Mirar o ser mirado es un complejo juego de vínculos, pues el que te mira te construye, eres a partir del otro, la mirada del otro te organiza, te sujeta.
Mirar y ser mirado es la dialéctica perpetua, pues el que te mira te descubre pero también te signa con la impronta de la persecución, el mirar pervierte, te revela tu propia sujeción, te revela de golpe que tu deseo está en el otro.
No eres más sujeto que construye sino objeto construido, la mirada del otro te amenaza, es evidente tu vulnerabilidad.
Tu precaria fortaleza narcisista se quiebra ante la mirada de alguien que te escudriña.
No eres más el voyeurista que mira desde las sombras, pues te conviertes en el fetiche del otro sin que lo sepas.
Mirar y ser mirado te enfrenta contigo mismo, te hace entender de golpe que aquél que está detrás de la mirada es un desconocido... criatura humana, hermano animal... TÚ |